jueves, 2 de diciembre de 2010


Palabra de vida - Diciembre 2010


«Para Dios nada es imposible» (Lc 1, 37) 1.

La pregunta de María al anuncio del ángel: «¿Cómo será esto?»2 tuvo como respuesta: «Para Dios nada es imposible». Como prueba de ello, se le puso el ejemplo de Isabel, que había concebido un hijo en su vejez. María creyó y se convirtió en la Madre del Señor.

Dios es omnipotente. Este nombre suyo se encuentra frecuentemente en la Sagrada Escritura y se usa para expresar la potencia de Dios al bendecir, al juzgar, al dirigir el curso de los acontecimientos, al realizar sus designios.

Sólo hay un límite a la omnipotencia de Dios: la libertad humana, que se puede oponer a la de Dios y hacer al hombre impotente, cuando en realidad está llamado a compartir la misma fuerza de Dios.

«Para Dios nada es imposible».

[…] Ésta es una Palabra que nos lleva a confiar ilimitadamente en el amor de Dios-Padre, porque si Dios es y su ser es Amor, confiar plenamente en Él no es más que la consecuencia lógica.

Todas las gracias están en su poder: temporales y espirituales, posibles e imposibles. Y Él se las da a los que las piden y a los que no piden, porque, como dice el Evangelio, Él, el Padre, «hace salir su sol sobre malos y buenos»3 y nos pide a todos que obremos como Él, con el mismo amor universal, respaldado por la fe de que

«Para Dios nada es imposible».

¿Cómo vivir, pues, esta Palabra en la vida diaria?

Todos debemos afrontar de vez en cuando situaciones difíciles, dolorosas, tanto en nuestra vida personal como en las relaciones con los demás. Y a veces experimentamos toda nuestra impotencia, porque nos percatamos de apegos a cosas y a personas que nos hacen esclavos de ataduras de las que quisiéramos liberarnos. Nos encontramos a menudo ante muros de indiferencia y de egoísmo y nos desmoralizamos ante acontecimientos que parecen superarnos.

Pues bien, en esos momentos la Palabra de vida puede ayudarnos. Jesús deja que nos sintamos incapaces no para que nos desanimemos, sino para ayudarnos a comprender mejor que «para Dios nada es imposible»; como preparación para sentir el extraordinario poder de su gracia, que se manifiesta precisamente cuando vemos que con nuestras pobres fuerzas no somos capaces.

«Para Dios nada es imposible».

Si nos repetimos esto en los momentos más críticos, nos llegará de la Palabra de Dios la energía que encierra y que nos hará partícipes de algún modo de la misma omnipotencia de Dios. Pero con una condición: que vivamos su voluntad, tratando de irradiar alrededor nuestro ese amor depositado en nuestros corazones. Así estaremos al unísono con el Amor omnipotente de Dios a sus criaturas, para el cual todo es posible, y esto contribuye a que se realicen sus planes sobre los individuos y sobre la humanidad.

Y hay un momento especial para vivir esta Palabra y experimentar toda su eficacia: en la oración.

Jesús dijo que cualquier cosa que pidiéramos al Padre en su nombre, Él nos la concedería. Pidámosle, pues, por lo que más nos preocupe, con la certeza por la fe de que para Él no hay nada imposible: desde solucionar casos desesperados a la paz del mundo, curar enfermedades graves o resolver conflictos familiares y sociales.

Además, si luego somos varios los que pedimos lo mismo, con pleno acuerdo porque nos amamos mutuamente, entonces es Jesús mismo en medio de nosotros quien se lo pide al Padre; y, según su promesa, lo obtendremos.

Con una fe así en la omnipotencia de Dios y en su amor, un día le pedimos por N., para que aquel tumor que se veía en una radiografía “desapareciese” o que fuese un error o un “fantasma”. Y así sucedió.

Esta confianza ilimitada que hace que nos sintamos en los brazos de un Padre para el que todo es posible, debe acompañar siempre las vicisitudes de nuestra vida. Esto no quiere decir que siempre obtendremos lo que pidamos. Su omnipotencia es la de un Padre y la usa siempre y solamente para el bien de sus hijos, lo sepan ellos o no. Lo importante es vivir cultivando la seguridad de que para Dios nada es imposible, y esto nos hará sentir una paz que nunca hemos sentido.

Chiara Lubich


1) Palabra de vida, diciembre 1999; publicada en Ciudad Nueva, nº 360.
2) Cf. Lc 1, 34.
3) Cf. Mt 5, 45.

martes, 2 de noviembre de 2010


Palabra de vida - Noviembre 2010




«Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5, 8)1.

La predicación de Jesús se inicia con el sermón de la montaña. En una colina frente al lago Tiberíades en las inmediaciones de Cafarnaún, sentado, como solían hacer los maestros, Jesús anuncia a la muchedumbre cómo es el hombre de las bienaventuranzas. En varias ocasiones había resonado ya en el Antiguo Testamento la palabra “bienaventurado”, es decir, la exaltación de aquel que observaba de los modos más variados la Palabra del Señor.

Las bienaventuranzas de Jesús evocan en parte las que los discípulos ya conocían, pero por primera vez oían que los puros de corazón no sólo eran dignos de subir al monte del Señor, como cantaba el salmo2, sino que incluso podían ver a Dios. ¿Cuál era, pues, esa pureza tan elevada para merecer tanto? Jesús lo explicaría más de una vez en el curso de su predicación. Por eso, tratemos de seguirlo para beber de la fuente de la pureza auténtica.

«Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios».

Ante todo, según Jesús, hay un método de purificación por excelencia: «Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado»3. No son los ejercicios rituales los que purifican el alma, sino su Palabra. La Palabra de Jesús no es como las palabras humanas. En ella está presente Cristo, como está presente de otro modo en la Eucaristía. Por ella Cristo entra en nosotros y, si la dejamos actuar, nos libera del pecado y, por consiguiente, nos hace puros de corazón.

Por tanto, la pureza es fruto de vivir la Palabra, de todas esas Palabras de Jesús que nos liberan de los llamados apegos en los que necesariamente caemos si no se tenemos el corazón en Dios y en sus enseñanzas. Éstos pueden referirse a las cosas, a las criaturas y a nosotros mismos, pero si nuestro corazón mira sólo a Dios, todo el resto cae por su propio peso.

Para tener éxito en esta empresa, puede ser útil repetirle durante el día a Jesús, a Dios, esa invocación del salmo que dice: «Eres tú, Señor, mi único bien»4. Procuremos repetirlo a menudo, y sobre todo cuando uno u otro apego quiera arrastrar a nuestro corazón hacia esas imágenes, sentimientos y pasiones que pueden ofuscar la visión del bien y quitarnos la libertad.

¿Nos sentimos impulsados a mirar determinados carteles publicitarios, a ver ciertos programas de televisión? No, digámosle: «Eres tú, Señor, mi único bien», y éste será el primer paso que nos lleve a salir de nosotros mismos y a volver a declararle nuestro amor a Dios. Así habremos ganado en pureza.

¿Notamos a veces que una persona o una actividad se interponen como un obstáculo entre Dios y nosotros y empañan nuestra relación con Él? Es el momento de repetirle: «Eres tú, Señor, mi único bien». Esto nos ayudará a purificar nuestras intenciones y a recobrar la libertad interior.

«Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios».

Vivir la Palabra nos hace libres y puros, porque es amor. El amor purifica con su fuego divino nuestras intenciones y todo nuestro interior, porque según la Biblia, el “corazón” es la sede más profunda de la inteligencia y de la voluntad.

Pero hay un tipo de amor que Jesús nos exige y que nos permite vivir esta bienaventuranza. Es el amor recíproco, el amor que tiene quien está dispuesto a dar la vida por los demás, a ejemplo de Jesús. Éste crea una corriente, un intercambio, un entorno cuya nota dominante es precisamente la transparencia, la pureza, gracias a la presencia de Dios, el único que puede crear en nosotros un corazón puro5. Viviendo el amor mutuo, la Palabra actúa y produce sus efectos de purificación y de santificación.

El individuo aislado es incapaz de resistir durante mucho tiempo las instigaciones del mundo, mientras que en el amor mutuo encuentra el ambiente sano capaz de proteger su pureza y toda su existencia cristiana auténtica.

«Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios».

Y ése es el fruto de la pureza, que hay que reconquistar siempre: se puede “ver” a Dios, es decir, comprender su acción en nuestra vida y en la historia, oír su voz en el corazón, captar su presencia allí donde está: en los pobres, en la Eucaristía, en su Palabra, en la comunión fraterna, en la Iglesia.

Es saborear por anticipado la presencia de Dios que empieza ya en esta vida «caminando en la fe y no en la visión»6 hasta que lo «veamos cara a cara»7 por toda la eternidad.


Chiara Lubich


1) Palabra de vida, noviembre 1999; publicada en Ciudad Nueva, nº 359.
2) Cf. Sal 24, 4.
3) Jn 15, 3.
4) Cf. Sal16, 2.
5) Cf. Sal 50, 12.
6) 2 Cor 5, 7.
7) 1 Cor 13, 12.

martes, 26 de octubre de 2010

La historia del "salmón"

¿Has visto alguna vez a los salmones saltando río arriba? Realizan un viaje contra corriente increíble, que todavía no es demasiado comprendido por los científicos.

El Salmón nace en el río y permanece en agua dulce mientras es pequeño. Cuando llega su juventud, baja hasta el mar, donde vive y llega a su madurez. Cuando se acerca la época de la reproducción, emprende el camino de vuelta, volviendo exactamente al lugar donde nació.

Es un viaje muy duro. Centenares de kilómetros, llenos de dificultades, de rápidos y cascadas. Tiene que liberarse de las plantas acuáticas que lo tratan de retener ¡Y si solo fuera eso! Lo peor es que el salmón se encuentra en el río a muchos peces, compañeros, que se dejan arrastrar por la corriente y que le dicen:

Ven con nosotros. En el mar se está muy bien. ¿Qué quieres hacer allá arriba?

Y otros le gritan: ¡No subas mas arriba: hay peces que te atacan! Y así es. Mirando hacia delante, el salmón puede ver como hay salmones heridos por las mordeduras de otros depredadores acuáticos.

Entonces comienza a dudar y piensa: No puedo más. Me quedaré a descansar un rato allá, donde parece que el agua se remansa. Ya continuaré cuando haya recuperado las fuerzas.

Pero, al mismo tiempo, escucha una voz interior que le empuja: Salmón, ¡No te dejes llevar por lo comodidad, cumple tu designio! ¡continúa tu viaje con los compañeros que luchan a tu lado! O sigues río arriba o la corriente te arrastrara hacia abajo.

No hay otra alternativa: ¡O río arriba o hacia el mar!

martes, 5 de octubre de 2010

Palabra de Vida - Octubre 2010



«Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22, 39)1.

Esta Palabra se encuentra ya en el Antiguo Testamento2.

Para responder a una pregunta, Jesús se incorpora a la gran tradición profética y rabínica que estaba buscando el principio unificador de la Torá, es decir, de la enseñanza de Dios contenida en la Biblia. El rabino Hillel, un contemporáneo suyo, había dicho: «No hagas a tu prójimo lo que a ti te es odioso; ésta es toda la ley. El resto es sólo explicación»3.

Para los maestros del judaísmo el amor al prójimo deriva del amor a Dios, que creó al hombre a su imagen y semejanza, por lo que no se puede amar a Dios sin amar a su criatura: éste es el verdadero motivo del amor al prójimo, y es «un gran principio general de la ley»4.

Jesús reafirma este principio y añade que el mandamiento de amar al prójimo es semejante al primer y principal mandamiento, es decir, el de amar a Dios con todo el corazón, la mente y el alma. Al afirmar que los dos mandamientos son semejantes, Jesús los une definitivamente, y así lo hará toda la tradición cristiana. Como dice lapidariamente el apóstol S. Juan: «Quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve»5.

«Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

Prójimo –lo dice claramente todo el Evangelio– es todo ser humano, hombre o mujer, amigo o enemigo, y se le debe respeto, consideración, estima. El amor al prójimo es universal y personal al mismo tiempo. Abarca a toda la humanidad y se concreta en el-que-está-a-tu-lado.

Pero ¿quién puede darnos un corazón tan grande? ¿Quién puede suscitar en nosotros una benevolencia capaz de hacer que sintamos cercanos –prójimos– incluso a los que nos son más ajenos, que nos haga superar el amor a nosotros mismos para vernos en los demás? Es un don de Dios; es más, es el mismo amor de Dios «derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado»6.

No es, pues, un amor común, no es simple amistad, no es sólo filantropía, sino el amor derramado en nuestros corazones desde el bautismo, ese amor que es la vida de Dios mismo, de la Santísima Trinidad, del cual podemos participar.

El amor, pues, lo es todo, pero para poderlo vivir bien hay que conocer sus cualidades, que se desprenden del Evangelio y de la Escritura en general y que nos parece poder resumir en varios aspectos fundamentales.

En primer lugar, Jesús, que murió por todos, amando a todos, nos enseña que el verdadero amor va dirigido a todos. No como el amor que muchas veces tenemos, simplemente humano, que tiene un radio limitado: la familia, los amigos, los vecinos… El amor verdadero, el que quiere Jesús, no admite discriminaciones: no hace distinciones entre simpáticos o antipáticos; para él no hay guapos y feos, mayores y pequeños; para este amor no hay compatriotas y extranjeros, miembros de la misma Iglesia o fieles de otra religión. Este amor ama a todos. Y eso debemos hacer nosotros: amar a todos.

Además, el amor verdadero es el primero en amar, no espera a ser amado, como suele pasar con el amor humano: amamos a quien nos ama. No, el amor verdadero toma la iniciativa, como hizo el Padre cuando siendo nosotros pecadores –luego indignos de ser amados–, mandó al Hijo para salvarnos.

Por lo tanto, amar a todos y ser los primeros en amar.

Y además, el amor verdadero ve a Jesús en cada prójimo: «A mí me lo hiciste»7, nos dirá Jesús en el juicio final. Y esto es válido tanto para el bien que hacemos como para el mal, desgraciadamente.

El amor verdadero ama al amigo y también al enemigo: le hace el bien, reza por él.
Jesús también quiere que el amor que Él trajo a la tierra se vuelva recíproco: que el uno ame al otro y viceversa, hasta llegar a la unidad.

Todas estas cualidades del amor nos hacen comprender y vivir mejor la Palabra de vida de este mes.

«Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

Sí, el amor verdadero ama al otro como a sí mismo. Y esto hay que tomarlo al pie de la letra: es necesario ver de verdad en el otro a otro yo y hacerle al otro lo que nos haríamos a nosotros mismos. El amor verdadero es el que sabe sufrir con quien sufre, gozar con quien goza, llevar la carga de los demás, el que, como dice S. Pablo, sabe hacerse uno con aquel a quien amamos. Es un amor, pues, no sólo de sentimiento o de palabra, sino de hechos concretos.

El que tiene otras creencias religiosas también trata de actuar así guiado por la llamada «regla de oro», que encontramos en todas las religiones, la cual requiere que hagamos a los demás lo que quisiéramos que nos hicieran a nosotros. Gandhi la explicó de un modo muy sencillo y eficaz: «No puedo hacerte daño sin herirme a mí»8.

Así pues, este mes debe ser una ocasión para reavivar el amor al prójimo, que tiene muchas caras: un vecino, una compañera de clase, un amigo, alguien de tu familia… Pero también tiene los rostros de esa humanidad angustiada que la televisión trae a nuestras casas desde donde hay guerra y catástrofes naturales. Antes no sabíamos ni que existían; nos quedaban muy lejos. Ahora se han convertido también en nuestros prójimos.

El amor nos dirá qué hacer en cada caso y ensanchará poco a poco nuestro corazón a la medida del de Jesús.

Chiara Lubich

1) Palabra de Vida, octubre 1999; publicada en Ciudad Nueva, nº 358.
2) Lv 19, 18.
3) Talmud de Babilonia, Shabat 31a.
4) Rabbi Akiba, cit. en Sifra, comentario rabínico a Lv 19, 18.
5) 1 Jn 4, 20.
6) Rm 5, 5.
7) Cf. Mt 25, 40.
8) Cf. WILHELM MUHS, Parole del cuore, Milán 1996, p. 82.
Chiara Luce ya es Beata


"Chiara Badano, una luz para todos"
De una Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) a otra, de 1989 a 2011



25/09/2010 - Roma: Veinticinco mil personas en la ceremonia de beatificación, celebrada en el Santuario de la Virgen del Divino Amor...

25/09/2010 - Roma:
"Por vosotros". Life, Love, Light. La velada recorrió en tres etapas la vida de la joven de Sassello muerta a 19 años. Presentes los padres. Mª Teresa Badano dijo: “Quisiera saludar a todos, pero en especial a los jóvenes”...

26/09/2010 - Roma: El Amor con la "A" mayúscula. "Chiara Badano, una luz para todos", dijo el Papa en el Angelus. Conexión con la Basílica de San Pablo Extramuros, repleta de jóvenes, al concluir la Misa de acción de gracias por la beatificación de la joven de Sassello...

Más información y fotos, en
www.focolare.org
Si quieres volver a ver las retransmisiones, clika aquí...

jueves, 2 de septiembre de 2010

Comunicado firmado por los participantes de la Mariápolis.

COMUNICADO PÚBLICO
DIÁLOGOS PARA LA FRATERNIDAD

Somos más de 900 personas de 16 comunidades autónomas de España; niños, chicos, jóvenes, adultos; cristianos y de otras convicciones.
Vivimos en una época donde los medios de comunicación social nos ayudan a relacionarnos pero, a su vez, pueden dificultar el liberarse de tópicos y prejuicios con respecto a otras culturas. Por otra parte, nos preocupa el deterioro de las relaciones interpersonales y el aumento de la fragmentación social.

Creemos que las personas e instituciones se pueden renovar a través del diálogo que facilita el encuentro y la fraternidad. Nuestra diversidad representa una riqueza y no un motivo de temor o enfrentamiento.

Nuestra propuesta consiste en vivir una nueva comunicación mediante la llamada “Regla de oro”: «No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti» (cf Tb 4,15) o en su versión positiva, «Haz a los demás lo que querrías que te hiciesen a ti» (cf Lc 6,31); expresada en el evangelio y en casi 40 libros de grandes religiones. Se trata de un cambio radical ya que si hiero al otro me hiero a mí mismo porque el que pasa a mi lado es mi hermano. No es un planteamiento para ilusos. Hemos experimentado, en estos días, que se trata de una vía práctica y eficaz para que la sociedad no se destruya y se pueda construir un mundo más humano y unido.

¿Cómo? Siendo, cada uno, el motor del cambio que queremos para el mundo, empezando en nuestro entorno más cercano, mediante acciones y actitudes concretas:
- Aprendiendo a escuchar desde el respeto y la comprensión
- Eliminando y superando los prejuicios
- Descubriendo y subrayando lo positivo
- Promoviendo espacios de diálogo sinceros y abiertos
- Fomentando, ya en la familia, el respeto a la diversidad
- Siendo constructores de unidad
- Amando, poniéndose en el lugar del otro

Invitamos a todas las personas que reciban este comunicado a que adhieran a él y nos comprometemos a seguir viviendo así en nuestras ciudades y pueblos.

Los participantes de la Mariápolis Huesca 2010
Palabra de Vida – Septiembre 2010



«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» (Mt 18, 22)1.

Jesús le responde a Pedro con estas palabras después de que éste, tras haber oído cosas maravillosas de la boca de Jesús, le preguntara: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano si peca contra mí? ¿Hasta siete veces?». Y Jesús: «No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete».

Bajo la influencia de la predicación del Maestro, Pedro, bueno y generoso como era, probablemente había pensado atenerse a esta nueva pauta haciendo algo excepcional: llegando a perdonar hasta siete veces. […]

Pero, al responder «hasta setenta veces siete», Jesús dice que para él el perdón tiene que ser ilimitado: es necesario perdonar siempre.

«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete»

Esta Palabra nos recuerda el canto bíblico de Lámec, un descendiente de Adán: «Caín será vengado siete veces, Lámec setenta y siete»2. Es así como empieza a extenderse el odio en las relaciones entre los hombres del mundo: crece como un río desbordado.

A ese extenderse del mal, Jesús opone un perdón sin límites, incondicionado, capaz de romper la cadena de la violencia.

El perdón es la única solución para frenar el desorden y abrir a la humanidad un futuro que no sea la autodestrucción.

«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete»

Perdonar. Perdonar siempre. El perdón no es olvido, que muchas veces significa no querer mirar la realidad de frente. El perdón no es debilidad, es decir, pasar por alto una ofensa por miedo al que la ha cometido si es más fuerte. El perdón no consiste en decir que no tiene importancia lo que es grave o que es bueno lo que es malo.

El perdón no es indiferencia. El perdón es un acto de voluntad y de lucidez, por lo tanto de libertad, que consiste en acoger a los hermanos como son no obstante el mal que nos han hecho, como Dios nos acoge a nosotros, pecadores, no obstante nuestros defectos. El perdón consiste en no responder a la ofensa con la ofensa, sino en hacer lo que dice S. Pablo: «No te dejes vencer por el mal, sino vence el mal con el bien»3.

El perdón consiste en darle la oportunidad a quien te ha hecho un agravio de que pueda tener una relación nueva contigo; la oportunidad de que ambos podáis retomar la vida, tener un porvenir en el que el mal no tenga la última palabra.

«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete»

Entonces, ¿cómo viviremos esta Palabra?

Pedro le había preguntado a Jesús: «¿Cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano?». Y al responder, Jesús se refería sobre todo a la relación entre cristianos, entre miembros de la misma comunidad.

Por eso, ante todo es necesario comportarse así con nuestros hermanos y hermanas en la fe: en la familia, en el trabajo, en clase o en la comunidad de la que formamos parte.

Sabemos lo frecuente que es querer responder a la ofensa sufrida con un acto o con una palabra equivalente.

Ya sabemos que, por disparidad de caracteres, por nerviosismo o por otros motivos, las faltas de amor son frecuentes entre personas que viven juntas. Pues bien, hay que recordar que sólo una actitud de perdón siempre renovada puede mantener la paz y la unidad entre hermanos.

Siempre seremos propensos a pensar en los defectos de nuestros hermanos y hermanas, a recordar su pasado, a querer que sean distintos de como son… Es preciso habituarse a mirarlos con ojos nuevos y verlos nuevos a ellos, aceptándolos siempre, enseguida y a fondo, aunque no se arrepientan.

Diréis: «Pero es difícil». Se comprende, pero eso es lo bonito del cristianismo. Por algo somos seguidores de Cristo, el cual le pidió al Padre en la cruz que perdonara a los que le estaban dando muerte, y resucitó.

Ánimo. Comencemos una vida así, que nos asegura una paz inusitada y una alegría desconocida.

Chiara Lubich

1) Palabra de vida, septiembre 1999; publicada en Ciudad Nueva, nº 357.
2) Gn 4, 24.
3) Rm 12, 21.

martes, 17 de agosto de 2010

Hola de nuevo: ¿qué tal las vacaciones?, se acerca septiembre y, con él, el comienzo del nuevo curso... y qué mejor forma que empezar con las pilas bien cargadas, por eso, desde el blog, nos hemos puesto manos a la obra para ofrecer un nuevo look para este nuevo curso. Ah, también podéis echar un vistazo a la nueva página "fotos".

lunes, 16 de agosto de 2010

Palabra de Vida - Agosto 2010



«Feliz la que ha creído que el Señor cumplirá las promesas que le ha hecho» (Lc 1, 45)1.

Esta Palabra forma parte de un acontecimiento sencillo y altísimo al mismo tiempo: es el encuentro entre dos gestantes, entre dos madres, cuya simbiosis espiritual y física con sus hijos es total. Ellas son sus bocas, sus sentimientos. Cuando habla María, el niño de Isabel da un salto de alegría en su vientre. Cuando habla Isabel, parece que las palabras se las pone en la boca el Precusor. Pero mientras que las primeras palabras de su himno de alabanza a María se las dirige personalmente a la madre del Señor, las últimas las dice en tercera persona: «Feliz la que ha creído».

Así su «afirmación adquiere carácter de verdad universal. La bienaventuranza es válida para todos los creyentes; concierne a los que acogen la Palabra de Dios y la ponen en práctica, que encuentran en María el modelo ideal»2.

«Feliz la que ha creído que el Señor cumplirá las promesas que le ha hecho»

Es la primera bienaventuranza del Evangelio que atañe a María, pero también a todos aquellos que la quieren seguir e imitar.

En María se da un estrecho vínculo entre fe y maternidad como consecuencia de escuchar la Palabra. Y aquí S. Lucas nos sugiere algo que nos concierne también a nosotros. Más adelante en su Evangelio Jesús dice: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen»3.

Movida por el Espíritu Santo, Isabel casi anticipa estas palabras y nos anuncia que todo discípulo puede ser «madre» del Señor. La condición es que crea en la Palabra de Dios y la viva.

«Feliz la que ha creído que el Señor cumplirá las promesas que le ha hecho»

Después de Jesús, María es la que mejor y más perfectamente ha sabido decir «sí» a Dios. Su santidad y su grandeza consiste sobre todo en esto. Y si Jesús es el Verbo, la Palabra encarnada, María, por su fe en la Palabra, es la Palabra vivida, pero es una criatura como nosotros, igual que nosotros.

La función de María como madre de Dios es excelsa y grandiosa. Pero Dios no llama sólo a la Virgen a engendrar a Cristo. Si bien de otro modo, todo cristiano tiene una misión similar: encarnar a Cristo hasta poder repetir como S. Pablo: «No vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí»4.

Pero ¿cómo llevar a cabo esto?

Teniendo la misma actitud que María con respecto a la Palabra de Dios, es decir, de disponibilidad total. O sea, creer como María que se realizarán todas las promesas contenidas en la Palabra de Jesús y, si es necesario, asumir como ella el que a veces parezca absurdo vivir su Palabra.

Al que cree en la Palabra le suceden cosas pequeñas y grandes, pero siempre maravillosas. Se podrían llenar libros con hechos que lo prueban.

¿Quién puede olvidar cuando, en plena guerra, creyendo en las Palabras de Jesús «pedid y se os dará»5, pedíamos todo lo que necesitaban tantos pobres de la ciudad y veíamos llegar sacos de harina, cajas de leche, de mermelada, leña, ropa?

Hoy también sucede lo mismo: «Dad y se os dará»6. Y aunque se vacían regularmente, los almacenes de la caridad están siempre llenos.

Pero lo que causa mayor impresión es comprobar que las palabras de Jesús son verdaderas siempre y en todas partes. Y la ayuda de Dios llega puntualmente incluso en circunstancias imposibles y en los puntos más aislados de la tierra, como le sucedió hace poco a una madre que vive en extrema pobreza. Un día se sintió impulsada a dar el poco dinero que le quedaba a una persona más pobre que ella. Creía en el «dad y se os dará» del Evangelio y sentía una gran paz en el alma. Poco después llegó su hija más pequeña y le enseñó un regalo que le acababa de dar un pariente anciano que había pasado por allí casualmente. En su manita llevaba el dinero multiplicado.

Una «pequeña» experiencia como ésta nos empuja a creer en el Evangelio, y todos podemos sentir la alegría, la bienaventuranza que se deriva del ver que las promesas de Jesús se cumplen.

Cuando, en la vida diaria, nos encontremos con la Palabra de Dios al leer las Sagradas Escrituras, abramos el corazón a la escucha, teniendo fe en que se realizará lo que Jesús nos pide y
promete. Como María y como esa madre, no tardaremos en descubrir que Él mantiene sus promesas.



Chiara Lubich


1) Palabra de vida, agosto 1999; publicada en Ciudad Nueva, nº 357.
2) G. Rossé, Il Vangelo di Luca, Roma 1992, p. 67.
3) Lc 8, 21.
4) Ga 2, 20.
5) Mt 7, 7.
6) Lc 6, 38.

miércoles, 7 de julio de 2010

Desde la última vez que entraste puede que hayas notado algún cambio:

  • Hemos actualizado el diseño del blog, así como diferentes páginas del mismo, como por ejemplo: "Calendario de actividades", dónde podrás informarte de nuestras actividades e imprimir tu propio calendario actualizado; "¿Quiénes somos?", dónde podrás encontrar unas pinceladas de nuestras señas de identidad y “Chiara Luce”, dónde hallarás una breve referencia sobre esta joven y su camino hacia la santidad.
  • También hemos añadido nuevas páginas, como por ejemplo “Deja tu huella”, dónde podrás dejar algo de ti o “Viaje a Italia”, dónde podrás encontrar información sobre esta actividad.
  • Y nuevas etiquetas, como “El rincón de Mamen” donde hallarás reflexiones personales y experiencias del día a día.

Técnica de combate


Nueva técnica de combate... según la noticia, no deja de ser un acto de provocación "al enemigo" pero... que diferente sería el mundo si en las academias militares en vez de enseñar a disparar se perfeccionaran los pases de baile como arma de destrucción masiva.

viernes, 2 de julio de 2010

Palabra de Vida – Julio 2010


«También puede compararse el reino de los cielos a un comerciante que busca perlas finas. Cuando encuentra una de mucho valor, va a vender todo lo que tiene y la compra» (Mt 13, 45-46)1.

En esta brevísima parábola, Jesús impacta la imaginación de sus oyentes fuertemente. Todos conocían el valor de las perlas que, junto con el oro, eran lo más precioso que se conocía entonces.

Además, las Escrituras hablaban de la sabiduría, es decir, del conocimiento de Dios como de algo que no se puede comparar ni a la piedra más preciosa2.

Pero en la parábola se pone de relieve el acontecimiento excepcional, sorprendente e inesperado que representa para ese comerciante el haber visto, quizás en un bazar, una perla que sólo a sus ojos expertos tenía un valor enorme y de la cual podía sacar un gran beneficio. Por eso, después de hacer sus cálculos, decidió que valía la pena venderlo todo para comprar la perla. Y ¿quién no habría hecho lo mismo en su lugar?

Ése es, pues, el significado profundo de la parábola: encontrar a Jesús y, por consiguiente, el reino de Dios entre nosotros –¡ésa es la perla!–. Ésa es la ocasión única que hay que coger al vuelo, empleando hasta el fondo todas nuestras energías y lo que poseemos.

«También puede compararse el reino de los cielos a un comerciante que busca perlas finas. Cuando encuentra una de mucho valor, va a vender todo lo que tiene y la compra».

No es la primera vez que los discípulos se encuentran ante una exigencia radical, es decir, ante ese todo que hay que dejar para seguir a Jesús: los bienes más preciados como los afectos familiares, la seguridad económica, las garantías para el futuro.

Pero su petición no es absurda o sin motivo.

Por un todo que se pierde hay un todo que se encuentra, enormemente más valioso. Cada vez que Jesús pide algo, también promete dar mucho, mucho más, inconmensurablemente más.

Así con esta parábola nos asegura que tendremos entre las manos un tesoro que nos hará ricos para siempre.

Y si puede parecer un error dejar lo cierto por lo incierto, un bien seguro por un bien sólo prometido, pensemos en aquel mercader: él sabía que era una perla preciosa y esperaba con confianza lo que obtendría comerciando con ella.

Así el que quiere seguir a Jesús sabe, ve, con la mirada de la fe, qué inmensa ganancia será compartir con Él la herencia del reino por haberlo dejado todo, al menos espiritualmente.

A todos los hombres Dios les ofrece una ocasión parecida en su vida para que la sepan aprovechar.

«También puede compararse el reino de los cielos a un comerciante que busca perlas finas. Cuando encuentra una de mucho valor, va a vender todo lo que tiene y la compra».


Es una invitación concreta a dejar de lado todos esos ídolos que pueden ocupar el lugar de Dios en el corazón: carrera, matrimonio, estudios, una casa bonita, la profesión, el deporte, la diversión.

Es una invitación a poner a Dios en el primer lugar, en el vértice de cada pensamiento nuestro, de cada afecto, porque todo en la vida debe converger en Él y todo debe descender de Él.

Si lo hacemos, si buscamos el reino, el resto se nos dará por añadidura , como promete el Evangelio. Si lo arrinconamos todo por el reino de Dios, recibiremos el céntuplo en casas, hermanos y hermanas, padres y madres , porque el Evangelio tiene una clara dimensión humana: Jesús es hombre-Dios y además del alimento espiritual nos asegura el pan, la casa, la ropa, la familia.

Quizás deberíamos aprender de los pequeños a fiarnos más de la providencia del Padre, que no deja que le falte nada a quien da por amor todo lo poco que tiene.

En el Congo unos chicos fabricaban desde hacía algunos meses unas tarjetas artísticas con cáscara de plátano que luego se vendían en Alemania. En un primer momento se quedaban con todo lo que ganaban (algunos mantenían de este modo a toda su familia). Después decidieron poner el 50% en común y 35 jóvenes parados recibieron una ayuda.

Y Dios no se deja vencer en generosidad: dos de estos chicos dieron un testimonio tan grande en la tienda donde trabajaban que varios comerciantes que necesitaban personal fueron a esa tienda. De e
sta manera hasta once jóvenes encontraron trabajo fijo.



Chiara Lubich

1) Palabra de vida, julio 1999; publicada en la revista Ciudad Nueva, julio 1999.
2) Sab 7, 9.

jueves, 1 de julio de 2010

Bueno, tanto como el rincón de Mamen... no sé si es demasiado, lo podríamos llamar el "rincón de todos". La verdad es que me gustaría contaros una experiencia que este año hemos hecho juntos y la reflexión a la que todos hemos llegado.

Me refiero a las tardes tan estupendas que hemos pasado con nuestros amigos inmigrantes. Ha sido una experiencia muy particular, ¿no?; de la que podríamos sacar varias "reflexiones".

En pocas palabras podríamos afirmar que hemos constatado que el conocimiento recíproco, el acercamiento a los demás, aunque nos parezcan "distintos", hace que traspasemos todas las Fronteras.

Como decía, el conocimiento hace caer todos los prejuicios que, sin querer, tenemos sobre los demás. A veces, estos prejuicios están escondidos y casi no nos damos cuenta. Pero al conocer a la otra persona, su vida, sus dificultades, sus alegrías... todos nuestros pensamientos erróneos caen y nos damos cuenta, un poco más, de lo que significa la igualdad o, aun más, la fraternidad.

martes, 29 de junio de 2010

El rincón de Mamen: en esta nueva etiqueta podrás encontrar... ¡mejor!, entra tú mismo y comprueba lo que este pequeño rinconcito te puede aportar en tu día a día, a través de reflexiones y vivencias personales... pasa, entra: bienvenido al rincón de Mamen.

sábado, 19 de junio de 2010

“Arms Down”, “Abajo las armas”

Dio inicio la acción que promueve una recolección de 50 millones de firmas en todo el mundo durante el año 2010 con el fin de sensibilizar a la comunidad internacional y hacer un fuerte llamado al desarme.

12/04/2010



Se trata de una iniciativa internacional promovida por la sección juvenil de “Religions for Peace / Religiones por la Paz” (ex WCRP – World Conference on Religions for Peace), y por su Consejo Internacional, en el cual están también representados el Movimiento de los Focolares, la Rissho Kosei-kai y la Shanti Ashram.

La acción apunta a la cooperación interreligiosa y está dirigida a organizaciones internacionales,gobiernos, parlamentos y asambleas nacionales, municipios e importantes medios de comunicación, para solicitar con decisión la drástica reducción de las armas nucleares y convencionales y del capital destinado hasta ahora a tales objetivos, con el fin de concretar con mayor determinación los objetivos de desarrollo previstos por la plataforma del Milenio (ONU 2000).

Además, solicita la revisión del Tratado Internacional de la No-proliferación Nuclear,
ya en calendario para el 2010, tratado que a nivel internacional en los últimos tiempos resulta más frágil de mantener dado el agravarse de las áreas de crisis.

La inauguración oficial de la campaña se llevó a cabo en Costa Rica el pasado 7 de noviembre de 2009.
El Movimiento de los Focolares ha participado desde entonces con una delegación de 6 miembros, 4 de los cuales de distintos países.

En el mes de enero pasado, durante su viaje a Asia, María Voce, presidente del Movimiento de los Focolares, dio inicio a la colaboración de la iniciativa firmando solemnemente el llamado mientras se encontraba con los líderes de los jóvenes de la Rissho Kosei-kai en Tokio. Como consecuencia, a mediados de febrero, se lanzó públicamente la recolección de las firmas durante el Meeting de los Jóvenes por un Mundo Unido en Castel Gandolfo (Roma), y seguidamente en todo el mundo. Se prevé que la habitual y muy concurrida fiesta de los jóvenes del 1º de mayo en Loppiano (Florencia, Italia), así como los otros eventos relacionados con la Semana Mundo Unido en todo el mundo (1-9 mayo 2010), serán momentos importantes para multiplicar la iniciativa.

¿Quién puede convertirse en promotor?
Cualquiera, porque la adhesión es personal y puede concretarse simplemente agregando la propia firma en el sitio on line de Religions for Peace (http://religionsforpeace.org/initiatives/global-youth-network/campaign-for-shared-security/) y también haciéndose promotor de una recolección de firmas más amplia utilizando los módulos preparados para tal objetivo.

“En un tiempo en el cual es urgente reaccionar ante las visiones conflictivas
– afirman los organizadores –
y dar fuerza a la sociedad civil internacional uniéndose con todos aquellos que trabajan por el mismo objetivo, nos parece que esta iniciativa también puede ser un instrumento fecundo para apoyar elecciones concretas a favor de la paz y la fraternidad universal”.

martes, 15 de junio de 2010

Campo Trabajo preparativo de la Mariápolis de Huesca (29 julio a 1 agosto)

Y... para ir construyendo la Mariápolis y compartir una experiencia única con otros jóvenes... aquí tenemos el campo de trabajo preparatorio de la Mariápolis de Huesca, dónde, además de echar una mano, habrá momentos de ocio, diversión, charlas-coloquio sobre temas interesantes... ¿te vienes?

jueves, 3 de junio de 2010

Chiara "Luce" Badano

¡Hemos actualizado una de las páginas de arriba!

Os aconsejo que echéis un vistacito. Hablamos de la idea que tenemos en Septiembre de ir juntos a Italia... ¡Echa un vistazo! ¡Y aprovecha para conocer algo de Chiara Luce!

miércoles, 2 de junio de 2010

Mariápolis-Huesca 2010



Comunicando-nos entre personas y pueblos

MARIÁPOLIS: un espacio de convivencia para experimentar que la fraternidad puede ofrecer una respuesta a los desafíos que presenta nuestra sociedad multicultural.
Excursiones, momentos artísticos y espacios de comunicación que nos ayuden a dialogar en la diversidad.



«Aquí se ve que vivir es amar,
por lo que se experimenta la plenitud de la vida.
Es descanso y actividad, es alegría y experiencia.
Es la unidad, solución de los problemas sociales»
Igino Giordani

¿Cuándo?
Del 2 al 6 de agosto (se llega el domingo 1 y se concluye con la comida del viernes 6 de agosto)

¿Y los niños?
Habrá programas específicos para las edades de 4 a 17 años y servicio de guardería


Recepción:

Palacio de Congresos y Exposiciones
Avenida de los Danzantes s/n
22005 - Huesca
A partir de las 17:00 h del domingo 1 de agosto
No está prevista la cena de ese día


Secretaría Mariápolis:

Tel: 932 312 691 (de 17:00 a 20:00 h)
mariapolishuesca@focolares.es






Para inscribirse hay que ingresar 50 euros por persona como cuota de participación antes del 15 de junio en la cuenta de “la Caixa” nº 2100-0593-36-0200126961 a nombre del Movimiento de los Focolares.
Se puede realizar en un solo ingreso la reserva de varias personas. Después envíenos sus datos:
- A través de internet en www.focolares.es (indicando la fecha y la persona que efectúa el ingreso).
- O por correo postal a la Secretaría de la Mariápolis c/ Padilla 237 3º 3ª - 08013 Barcelona.
En cumplimiento de la ley de protección de datos personales la información recibida se utilizará sólo para fines organizativos y no se cederá ni comercializará a terceros.

«El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que, por causa mía, la pierda, ése la salvará» (Junio 2010)

JUNIO2010

«El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que, por causa mía, la pierda, ése la salvará». (Mt 10, 39)

Chiara Lubich

Al leer esta Palabra de Jesús se ponen de relieve dos tipos de vida: la vida terrenal, que se forja en este mundo, y la vida sobrenatural, que Dios nos da por medio de Jesús, una vida que no acaba con la muerte y que nadie puede quitarnos.

Así pues, podemos tener dos actitudes ante la existencia: apegarnos a la vida terrenal y considerarla como el único bien (y esto nos llevará a pensar en nosotros mismos, en nuestras cosas, en las criaturas; nos encerraremos en nuestro caparazón, afirmaremos sólo nuestro yo y, al final, inevitablemente, nos encontraremos sólo con la muerte como conclusión). O bien, por el contrario, creyendo que hemos recibido de Dios una existencia mucho más profunda y auténtica, tendremos el valor de vivir de manera que merezcamos ese don, sabiendo incluso sacrificar nuestra vida terrenal por la otra.

«El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que, por causa mía, la pierda, ése la salvará»

Cuando Jesús dijo estas palabras, pensaba en el martirio. Nosotros, como todo cristiano, para seguir al Maestro y permanecer fieles al Evangelio tenemos que estar dispuestos a perder la vida e incluso a morir de muerte violenta si fuera necesario. Y, con la gracia de Dios, así se nos concederá la vida verdadera. Jesús fue el primero que «perdió su vida» y la recobró glorificada. Él nos advirtió que no temiéramos «a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma».

Hoy nos dice:

«El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que, por causa mía, la pierda, ése la salvará»

Si lees atentamente el Evangelio, verás que Jesús repite esta idea al menos seis veces, lo cual demuestra la importancia que tiene y lo mucho que la valora Jesús.

Pero, para Él, la exhortación a perder la vida no es sólo una invitación a sufrir incluso el martirio. Es una ley fundamental de la vida cristiana.

Tenemos que estar dispuestos a no hacer de nosotros mismos el ideal de nuestras vidas, a renunciar a nuestra independencia egoísta. Si queremos ser verdaderos cristianos, debemos hacer de Cristo el centro de nuestra existencia. Y ¿qué quiere Cristo de nosotros? Que amemos a los demás. Si hacemos nuestro este programa suyo, sin duda perderemos nuestro yo y encontraremos la vida.

El no vivir para uno mismo no es en absoluto una actitud de renuncia, pasiva, como algunos podrían pensar. El compromiso de los cristianos es muy grande siempre, y su sentido de responsabilidad es total.

«El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que, por causa mía, la pierda, ése la salvará»

Ya en esta tierra podemos experimentar que, si nos donamos, si amamos concretamente, crece en nosotros la vida. Cuando pasemos todo el día sirviendo a los demás, cuando sepamos trasformar el trabajo diario, aunque sea monótono y duro, en un gesto de amor, tendremos la alegría de sentirnos más realizados.

«El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que, por causa mía, la pierda, ése la salvará»

Si cumplimos los mandamientos de Jesús, que están todos basados en el amor, después de esta breve existencia alcanzaremos la vida eterna.

Recordemos cuál será el juicio de Jesús el último día. A los que están a su derecha les dirá: «Venid, benditos,… porque tuve hambre y me disteis de comer...; era forastero y me acogisteis; estaba desnudo y me vestisteis...».

Para hacernos partícipes de la existencia que no acaba, mirará únicamente si hemos amado al prójimo y considerará que le hemos hecho a Él lo que le hayamos hecho al prójimo.

Entonces, ¿cómo viviremos esta Palabra? ¿Cómo perderemos desde hoy nuestra vida para encontrarla?

Preparándonos para el gran examen decisivo para el que hemos nacido.

Miremos alrededor y llenemos el día de actos de amor. Cristo se nos presenta en nuestros hijos, en nuestra mujer, en nuestro marido, en los compañeros de trabajo, de partido, de diversión, etc. Hagamos el bien a todos. Y no nos olvidemos de los que conocemos cada día por los periódicos, a través de amigos o por la televisión…

Hagamos algo por todos, según nuestras posibilidades. Y cuando nos parezca que se han agotado, aún podremos rezar por ellos. Es amor que vale.