miércoles, 7 de julio de 2010

Desde la última vez que entraste puede que hayas notado algún cambio:

  • Hemos actualizado el diseño del blog, así como diferentes páginas del mismo, como por ejemplo: "Calendario de actividades", dónde podrás informarte de nuestras actividades e imprimir tu propio calendario actualizado; "¿Quiénes somos?", dónde podrás encontrar unas pinceladas de nuestras señas de identidad y “Chiara Luce”, dónde hallarás una breve referencia sobre esta joven y su camino hacia la santidad.
  • También hemos añadido nuevas páginas, como por ejemplo “Deja tu huella”, dónde podrás dejar algo de ti o “Viaje a Italia”, dónde podrás encontrar información sobre esta actividad.
  • Y nuevas etiquetas, como “El rincón de Mamen” donde hallarás reflexiones personales y experiencias del día a día.

Técnica de combate


Nueva técnica de combate... según la noticia, no deja de ser un acto de provocación "al enemigo" pero... que diferente sería el mundo si en las academias militares en vez de enseñar a disparar se perfeccionaran los pases de baile como arma de destrucción masiva.

viernes, 2 de julio de 2010

Palabra de Vida – Julio 2010


«También puede compararse el reino de los cielos a un comerciante que busca perlas finas. Cuando encuentra una de mucho valor, va a vender todo lo que tiene y la compra» (Mt 13, 45-46)1.

En esta brevísima parábola, Jesús impacta la imaginación de sus oyentes fuertemente. Todos conocían el valor de las perlas que, junto con el oro, eran lo más precioso que se conocía entonces.

Además, las Escrituras hablaban de la sabiduría, es decir, del conocimiento de Dios como de algo que no se puede comparar ni a la piedra más preciosa2.

Pero en la parábola se pone de relieve el acontecimiento excepcional, sorprendente e inesperado que representa para ese comerciante el haber visto, quizás en un bazar, una perla que sólo a sus ojos expertos tenía un valor enorme y de la cual podía sacar un gran beneficio. Por eso, después de hacer sus cálculos, decidió que valía la pena venderlo todo para comprar la perla. Y ¿quién no habría hecho lo mismo en su lugar?

Ése es, pues, el significado profundo de la parábola: encontrar a Jesús y, por consiguiente, el reino de Dios entre nosotros –¡ésa es la perla!–. Ésa es la ocasión única que hay que coger al vuelo, empleando hasta el fondo todas nuestras energías y lo que poseemos.

«También puede compararse el reino de los cielos a un comerciante que busca perlas finas. Cuando encuentra una de mucho valor, va a vender todo lo que tiene y la compra».

No es la primera vez que los discípulos se encuentran ante una exigencia radical, es decir, ante ese todo que hay que dejar para seguir a Jesús: los bienes más preciados como los afectos familiares, la seguridad económica, las garantías para el futuro.

Pero su petición no es absurda o sin motivo.

Por un todo que se pierde hay un todo que se encuentra, enormemente más valioso. Cada vez que Jesús pide algo, también promete dar mucho, mucho más, inconmensurablemente más.

Así con esta parábola nos asegura que tendremos entre las manos un tesoro que nos hará ricos para siempre.

Y si puede parecer un error dejar lo cierto por lo incierto, un bien seguro por un bien sólo prometido, pensemos en aquel mercader: él sabía que era una perla preciosa y esperaba con confianza lo que obtendría comerciando con ella.

Así el que quiere seguir a Jesús sabe, ve, con la mirada de la fe, qué inmensa ganancia será compartir con Él la herencia del reino por haberlo dejado todo, al menos espiritualmente.

A todos los hombres Dios les ofrece una ocasión parecida en su vida para que la sepan aprovechar.

«También puede compararse el reino de los cielos a un comerciante que busca perlas finas. Cuando encuentra una de mucho valor, va a vender todo lo que tiene y la compra».


Es una invitación concreta a dejar de lado todos esos ídolos que pueden ocupar el lugar de Dios en el corazón: carrera, matrimonio, estudios, una casa bonita, la profesión, el deporte, la diversión.

Es una invitación a poner a Dios en el primer lugar, en el vértice de cada pensamiento nuestro, de cada afecto, porque todo en la vida debe converger en Él y todo debe descender de Él.

Si lo hacemos, si buscamos el reino, el resto se nos dará por añadidura , como promete el Evangelio. Si lo arrinconamos todo por el reino de Dios, recibiremos el céntuplo en casas, hermanos y hermanas, padres y madres , porque el Evangelio tiene una clara dimensión humana: Jesús es hombre-Dios y además del alimento espiritual nos asegura el pan, la casa, la ropa, la familia.

Quizás deberíamos aprender de los pequeños a fiarnos más de la providencia del Padre, que no deja que le falte nada a quien da por amor todo lo poco que tiene.

En el Congo unos chicos fabricaban desde hacía algunos meses unas tarjetas artísticas con cáscara de plátano que luego se vendían en Alemania. En un primer momento se quedaban con todo lo que ganaban (algunos mantenían de este modo a toda su familia). Después decidieron poner el 50% en común y 35 jóvenes parados recibieron una ayuda.

Y Dios no se deja vencer en generosidad: dos de estos chicos dieron un testimonio tan grande en la tienda donde trabajaban que varios comerciantes que necesitaban personal fueron a esa tienda. De e
sta manera hasta once jóvenes encontraron trabajo fijo.



Chiara Lubich

1) Palabra de vida, julio 1999; publicada en la revista Ciudad Nueva, julio 1999.
2) Sab 7, 9.

jueves, 1 de julio de 2010

Bueno, tanto como el rincón de Mamen... no sé si es demasiado, lo podríamos llamar el "rincón de todos". La verdad es que me gustaría contaros una experiencia que este año hemos hecho juntos y la reflexión a la que todos hemos llegado.

Me refiero a las tardes tan estupendas que hemos pasado con nuestros amigos inmigrantes. Ha sido una experiencia muy particular, ¿no?; de la que podríamos sacar varias "reflexiones".

En pocas palabras podríamos afirmar que hemos constatado que el conocimiento recíproco, el acercamiento a los demás, aunque nos parezcan "distintos", hace que traspasemos todas las Fronteras.

Como decía, el conocimiento hace caer todos los prejuicios que, sin querer, tenemos sobre los demás. A veces, estos prejuicios están escondidos y casi no nos damos cuenta. Pero al conocer a la otra persona, su vida, sus dificultades, sus alegrías... todos nuestros pensamientos erróneos caen y nos damos cuenta, un poco más, de lo que significa la igualdad o, aun más, la fraternidad.